12/2/14

Maldita Abigail roñosa, te estoy siguiendo...?

Abigail, me digo. Abigail, Abigail, mil veces Abigail.
Me aferro a su nombre sin verla, me aferro a la idea de ella. Abigail.
No puedo evitar querer escribirle, contarle de los días en los que no está, las tardes en la condena. Abigail que rueda y rueda, y yo inútil que no puedo sino repetir su nombre entre palabra y palabra de Leslie. Abigail, le digo, pero Leslie sigue cantando como si no me oyera.
Mil veces Abigail, pero Abigail no se mueve, no se inmuta, no me siente. Quizás si le digo suavecito, si la llamo a gritos. Se queda parada junto a la mesa, inmóvil, inerte.

Cuantas veces sudando le he cantado, mientras me siento sobre ella descargando toda mi energía, mientras la sostengo con los muslos, manos firmes y el sudor corriendo por la espalda, por el abdomen, por los huesos. Cuantas veces le he susurrado pensamientos, bajando la velocidad despacio, o lo mas rápido que pueda; y de todas, Abigail siempre en silencio, rostro al frente y sin mirarme.
Pienso de nuevo en decirle que sus cicatrices duelen como propias, en mencionarle aquellas noches en las que era el brillo de sus ojos la única luz en mi camino.
Empiezo a recorrer sus curvas con el recuerdo, las largas líneas delgadas, los dobleces encantados en tonos púrpura y negro. Y con la caricia imaginaria acompaño a Leslie, soñando con regalarle toda la música del planeta, todas las noches de luna llena, las mañanas apuradas a la condena con lluvia y viento.

Pero no puedo. Abigail, Abigail, me repito, casi maldiciendo. Le echo la culpa a Leslie y finalmente la callo, tirando el humo casi a escupitajos. Edward, decido, y espero a calmarme para volver a hablarle a Abigail (pero sigue sin escucharme). No logro respirar, Edward pregunta si siempre, si a veces... Y no puedo evitar cantar con él, pero ya no le canto a Abi.
Me disculpo con ella, la miro de reojo. Vos me conocés, vos no me juzgás, explico. Pero me da vergüenza porque era para vos y no puedo escaparle (fuiste conmigo, sabes donde queda). Me río casi con lástima, insistiendo que Abigail al ser yo la que gira lejos.
Uh-oh, el aparato del demonio. En el mundo de afuera dicen jueves, dicen no (los jueves no existen, desaparecieron de las semanas). La señorita pregunta por la cocina ja. ja. Abigail, lo dejo caer. Abigail, me vuelvo a la luz blanca violentamente. Abigail, Abigail, Uh-oh.
No entiendo nada Abi, no sé que pasa. La señorita que quemar el ascensor, Edward que no pidió permiso, que entienda, Abi con sus silencios. Maldigo de nuevo (ha vuelto) pero maldigo en silencio. ¿Si estamos todos a la deriva, Abigail, por qué ayudar con eso? 

0 compradores:

Publicar un comentario

Decime que vendés y te digo cuanto te pago.